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Publicado en por El Super Lima, Jay Dio...

Francisco Alberto Caamaño

El 24 de abril de 1965 se produjo en República Dominicana una insurrección cívico-militar, liderada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, con el propósito de retornar a la constitucionalidad democrática y de reponer en la presidencia al profesor Juan Bosch -depuesto por las fuerzas imperialistas de EEUU- conocida como la Revolución de Abril o Caamañista.

 

El presidente constitucional y democráticamente electo de República Dominicana, el profesor e intelectual nacionalista Juan Bosch, fue depuesto por el imperialismo estadounidense el 25 de septiembre de 1963.

Desde ese momento, Dominicana se encontraba bajo la dictadura del triunvirato títere de EEUU encabezado por Donald Reid Cabral, gobierno caracterizado por el irrespeto a la libertad de expresión, el cierre de industrias, violación a los derechos humanos, alto costo de la vida y aumento del desempleo, razones por las que enfrentó numerosas y masivas protestas.

La joven oficialidad del ejército comenzó a preparar un plan que perseguía restituir a Bosch y poner en vigor la Constitución de 1963. Entre ellos se encontraba el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, patriota defensor de la constitución y la ley.

El 24 de abril de 1965 se desencadenó la insurrección popular antiimperialista en la República Dominicana, abortada luego por la grosera injerencia norteamericana.

El 28 de abril de 1965, más de 47 mil soldados estadounidenses de la 82ª División Aerotransportada, invadieron la isla en el momento en el que los constitucionalistas tenían el triunfo en las manos.

"El ejército yanqui tuvo que enfrentarse al coraje, patriotismo y atesorado valor de los combatientes criollos", reza un fragmento de un articulo publicado este día en el diario dominicano Primicia, y la imagen de un dominicano de tez mestiza, con una piedra en la mano enfrentándose a un soldado estadounidense, le dio la vuelta al mundo.

Los invasores lograron el control de amplias zonas de la capital y el país, obligando a una capitulación y a la renuncia del presidente constitucionalista Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien moriría ejecutado en las montañas de Playa Caracoles en San José de Ocoa el 16 de febrero de 1973 luego de un nuevo intento por restaurar el orden constitucional.

Tras la derrota de la insurrección, Caamaño pronunció una de sus frases más célebres: “No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza y el mayor aliento para resistir. ¡Y resistimos! Ese es nuestro triunfo porque sin la tenaz resistencia que opusimos, hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados”.

 

 

 

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